lunes, 4 de abril de 2016

EL GIGANTE QUE SE ROMPIÓ LA MANO Y PISÓ UN CABALLO SIN QUERER

Dice el refrán que en "Abril aguas mil". Y hemos empezados la semana así, como el refrán, de forma lluviosa. ¡Qué gran verdad eso de que la primavera está loca! Pero no pasa nada. Es muy bueno que llueva: para el campo, para los ríos, para las plantas, para los árboles, para los animales, y también para nosotros, las personas; aunque a nosotros los niños que vamos a los coles, la lluvia nos fastidia el momento de salir a jugar al patio. Con una buena película y unas canciones en nuestra pizarra digital se nos pasa el ratito volando y muy a gusto.
 
Hoy hemos trabajado mogollón y muy requetebién. Será por eso que el profe hoy ha hecho con nosotros, como él dice, un experimento. Hoy hemos sido nosotros los que le hemos contado a él un cuento. Sí, sí. Nosotros a él. ¿Y qué cuento? Pues el que nos hemos inventado. Ese ha sido el experimento.
 
El profe empieza diciendo "érase una vez...", como todos los cuentos empiezan, y a partir de ahí, por turnos, vamos uno a uno inventándonos un cachito del cuento. Cada uno sigue la historia donde la ha dejado el anterior compañero. De esta manera nos sale una historia muy disparatada y original. ¿No tenéis curiosidad por saber qué historia nos hemos inventado hoy entre todos? La hemos llamado: "EL GIGANTE QUE SE ROMPIÓ LA MANO Y PISÓ UN CABALLO SIN QUERER". El título es cortito, ¿verdad?
 
"Érase una vez un caballo mediano, de pelo liso, que iba caminando por un camino cortito, de camino a su establo, cuando de repente se encontró con un gigante enorme. Este gigante era un gigantón con buen corazón, pero muy despistado y olvidadizo. El gigante, como caminaba por el mismo camino que el caballo, un camino corto y estrecho, piso con su gran bota al pobre caballo. El caballo quedó pegado a su bota como si se tratase de un chicle. Y el gigante siguió su camino con el caballo pegado a la bota, hasta llegar a su casa, un castillo grandísimo, con cuatro torres, dos muy altas y otras dos medianas, llenas de banderines. En ese castillo vivía el gigante despistado con su padre, otro gigante con muy malas pulgas. El gigante hijo llamó a la puerta con su enorme manaza, sin darse cuenta que podía romperla de un manotazo. Y así fue. Rompió la puerta y se hizo un montón de daño en su mano. El papá gigante le regañó un montón, le bajó los pantalones, lo colocó en sus grandes rodillas y empezó a darle una docena de azotes como castigo a sus descuidos. El gigante hijo le prometió que nunca más volvería a despistarse y romper nada, y como buen padre y buen hijo hicieron las paces y se dieron el abrazo más grande que jamás existió. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado."
 
Este ha sido nuestro primer cuento inventado entre todos, uno a uno. El profe nos iba dando el turno para hablar e iba dibujando lo que contábamos en la pizarra. Todo a la vez. Ha quedado muy gracioso y ha sido un rato muy entretenido.
 
La imaginación y la creatividad son unas herramientas muy importantes que se deben desarrollar y trabajar en nuestros años. Eso dicen los expertos, que nosotros os decimos lo que hemos oído. Espero que os divirtáis leyendo nuestro cuento tanto como nosotros inventándolo con la imaginación.

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